Mi viaje a Estocolmo no podía quedarse entre el asfalto cemento y parques de ese idilio que IKEA había generado en mi mente. Teníamos que conocer ese vasto territorio más allá de la capital y continuar con un viaje a las islas del archipiélago de Estocolmo. Empezando por la más lejana… ¿por qué no? Llegar a Sandham… “¿Disculpe, señor?, ¿sabe dónde está la panadería?” El viejo nos miró como si nos hubiéramos materializado allí mismo, en ese segundo en particular, para hacerle esa pregunta. “En la siguiente calle a la derecha”, contestó, pero mi tío le insistió diciéndole que se refería a la otra, mientras yo me preguntaba cómo era posible que hubiera dos panaderías en un pueblo tan pequeño en una isla tan pequeña. “Ahh, la de la casa de mi abuela, esa está en la siguiente calle a la izquierda”. Aclaro que este fue el resumen que nos…

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El cascanueces de Ikea. Durante mi infancia, más o menos cada dos años, la pequeña parte de mi familia que vive en Estocolmo bajaba a visitarnos a Colombia. Para mi, eran como viajeros del futuro que venían a mostrarnos las últimas ocurrencias de un lugar mágico llamado Ikea; todavía recuerdo a mi Tía Anita (la persona más sueca del mundo después de los miembros de ABBA) mostrándonos un abridor de tarros que se convertía en cascanueces. No sabía que eran las nueces, y por qué era tan importante abrirlas con el abridor de tarros, pero tenía la pinta de ser la cosa más moderna del mundo. Sí, un cascanueces, un aparato que bien podría haber sido inventado por los vikingos me parecía moderno, no, modernísimo. Pero sobre todo, recuerdo los arenques. Además de traernos objetos del futuro, nos traían comida del futuro, y como somos tantos en la familia y…

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[space_40]Si pudiera me iría a vivir a Lisboa, pero ser adulto tiene sus consecuencias y una de ellas es saber dejar los caprichos a un lado. Lisboa es mi capricho crónico, por lo que buena parte de mi energía vital se gasta en aplacar las ganas de salir corriendo a bañarme en natas de A Manteigeria por el resto de mi vida. Desafortunadamente o afortunadamente (nunca logro decidirme), esta condición crónica empeora cada vez que vuelvo a Lisboa y descubro nuevos lugares para comer y calmar el ogro omnívoro que vive en mi estomago. Este último viaje, como ya sospecharan, no fue la excepción.[space_20] Un peruano en Principe Reial. [space_20] [space_20]Hay días veraniegos en Lisboa en los que el paladar, saboreando la sal que arrastra la brisa, simplemente quiere bañarse en el mar; lo añoras, lo quieres probar y el cuerpo te lo pide de muchas diversas maneras. En mi…

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[space_40] A veces queremos decir todo sobre algo o alguien que hemos conocido; algo o alguien que nos gusta demasiado, que se ha quedado grabado en nuestra cabeza y no podemos, por más que intentemos, librarnos de ello. La Alhambra es ese algo que a mi se me quedó pegado a los pensamientos; lo quiero decir todo, pero al mismo tiempo me quiero quedar con ese recuerdo guardado para siempre, como para no gastarlo. Para evitar por sobre todas las cosas olvidarme de ella. Tal vez por eso me ha costado tanto trabajo escribir este post. Es famosa la leyenda de la Puerta de la Justicia, que nos advierte que el día que caiga la Alhambra se acabará el mundo. Sí, es una historia un tanto funesta, pero estoy segura que aquel que la haya inventado o escrito o cantado era otro gran enamorado de este lugar, porque es tan…

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[space_80] El otoño ilumina Granada con una luz tenue pero reveladora, y expone con todo lujo de detalles la miríada de tonos ocres, rojos y amarillos que aparecen por doquier. Colores que a sazón encumbran a La Alhambra, la joya de la corona de Granada, en sus alturas y resaltan su belleza poderosa y magnífica. Llegamos al medio día, pero nos dió la impresión de que acaba de amanecer o que estuviera a punto de atardecer, como si Granada estuviera atrapada siempre en los mejores momentos del día, cuando el mundo apenas despierta a su belleza o el sol apenas se quiere ir para no dejar de verla. Espero que perdonen tanta floritura, pero entre La Alhambra y Granada tengo la sensación de estar metida dentro de una nube rosa mientras Stendhal toca el violín. Cursi, lo sé, pero inevitable cuando se trata de la patria de Boabdil. [space_20] [space_20]…

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[space_40]¡Sí! Hay un nuevo Secreto Mejor Guardado después de una muy larga ausencia, pero con este mundo híper conectado cada vez es más difícil encontrarlos. ¡Sí! Este nuevo Secreto está en el norte de Portugal, muy cerca de otro de Secreto Mejor Guardado: El bar Bar Miró en Lovelhe; pero no es en absoluto una casualidad, David y yo consideramos que esta zona del Norte de Portugal donde la frontera con España se materializa en un imponente río pero se difumina en una cultura compartida está plagada de lugares inolvidables en lugares insospechados. En este caso el lugar inolvidable es Colher de Pau y el lugar insospechado es una pequeña callecita en la Freguesia de Reboreda en Vilanova de Cerveira. Este restaurante honra la tradición más portuguesa de todas, petiscar, o dicho de otra manera, irse de pinchos. Y vaya petiscos/pinchos. Nuestro menú en O Colher de Pau Empezamos con unos…

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[space_20]Me gusta la comida tailandesa en general, pero sobre todo por la importancia que tiene la fruta en todos sus platos. En buena parte de ellos aparece de una u otra forma, demostrándonos al resto de mortales que vivimos rodeados de prejuicios innecesarios (sí, soy a las que le gusta la piña en la pizza). Admiro especialmente el uso del coco y el mango y la versatilidad que estos ingredientes le dan a los platos, sean de postre, principales o entrantes; el mango está en todas partes para deleitarnos con su suave textura y su característico sabor, a la vez dulzón y ácido. Y en Pui’s Thai Tapas no escatiman con el uso de esta anhelada fruta.[space_20] [space_20]Este pequeño restaurante entre la ronda de atocha y Santa María de la cabeza, está lleno de sorpresas. Tras una fachada de tasca madrileña se esconde una agradable espacio, pequeño, pero bien organizado…

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[space_20]Cómo no podía ser para menos, Lisboa también tiene un mercado y una heladería tan ocurrentes y deliciosas como el Mercado de San Fernando o Mistura, y que al igual que estos han sido un gran descubrimiento. Capítulo tercero y final del redescubrimiento de Lisboa (pero solo hasta septiembre, cuándo los empezará de nuevo el bombardeo lisboeta) Mercado da Ribeira. La primera vez visité el Mercado da Ribeira fue por allá en el 2008 siguiendo la fama de sus puestos de flores, pero al llegar lo que me encontré fue una gran fiesta de viejitos bailando al ritmo de Julio Iglesias, prácticamente poseídos y buscando a cuanto incauto encontraran para arrastrarlos a la pista de baile. Fue una escena memorable, en un entorno muy clásico lisboeta, nada más y nada menos que en la ribera del tajo junto a Cais do Sodré y en uno de sus mercados más emblemáticos. Un…

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[space_20]Hace un año te presentamos a nuestro mercado preferido de Madrid, el Mercado de San Fernando, uno de los secretos mejores guardados de la capital y por más que intentemos entender por qué, bastante desconocido para sus habitantes. Hoy te contaremos cuales son nuestros locales preferidos de este maravilloso lugar y por qué es una visita obligada cada semana, incluso para comprar el pan.[space_20] Washoku Sushi. Con diferencia nuestro japonés preferido de Madrid, la relación calidad-precio es inmejorable, tanto como la calidad de los productos que utilizan y su atención. Escondidos en una esquina del mercado, tienen un rinconcito muy agradable y particular, donde siempre es bienvenida una conversación y los fines de semana fluye sushi sin parar. Claro que ir, la mayoría de las veces, suele convertirse una tarea complicada cuando nos damos cuenta que tenemos que elegir qué comer. Todo está hecho con tal cuidado y es tan…

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[space_20]Seguimos con el spam lisboeta, porque así como no se puede elegir quién se ama, tampoco se puede elegir qué ciudad te obsesiona. Así que hoy les contaré sobre una maravillosa intervención, que se ha vuelto el faro que ilumina todos los cambios que la juventud de Lisboa esta haciendo para recuperar su ciudad. Un espacio mastodóntico bajo un puente.[space_20] LX Factory Como bien lo dice su nombre, LX Factory es un complejo industrial, una miríada de edificios austeros que fueron diseñados para albergar maquinaria y cientos de obreros ansiosos de volver a casa. Desde 1846 ocupa esta esquina del barrio de Alcântara, y durante mucho tiempo estuvo oculto bajo el manto de invisibilidad que suele otorgar el abandono a estos esqueletos industriales.  Solo para ser descubierto por un grupo de gente rebosante de creatividad buscando alquileres baratos y una esquinita para ponerse a crear, a trabajar, una esquina que les…

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[space_20]Una vez superado el primer golpe de nostalgia y de haber despertado del sopor del reencuentro con Lisboa, era hora de salir a descubrirla de nuevo, a perderme como lo había hecho ya alguna vez, y dejarme llevar por el ritmo accidentado de sus calles. Lisboa nos mostró muy orgullosa todos sus cambios y también aquello que por más que pase el tiempo y cambien los rostros, los lugares y las estaciones no cambia, todavía es una aventura a lo Mad Max coger el bus. Fue al mismo tiempo terrorífico y reconfortante sentir, de nuevo, las sacudidas violentas, la impresión de que en cualquier momento habrá una pelea o un accidente y bajarte del bus con un respeto renovado por la vida y los pequeños milagros que logran que sobrevivas a un trayecto en bus por Lisboa. Algunas cosas, simplemente, no cambian. Pero este post es sobre descubrimientos que han…

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Lisboa

[space_40] Fue cuestión de pocos segundos, salimos de la blancura cavernosa de la estación de Baixa Chiado para dejarnos bañar por otra blancura, mucho más limpia y lozana, la luz de una Lisboa que se antoja muy  antigua pero con la plenitud de una decadencia hípster. Una Lisboa muy  noble y siempre leal. Partimos de una Lisboa venerable y descolorida y volvimos  a una Lisboa que poco a poco va recuperando su colorido de antaño, edificio a edificio, pared a pared, jardín a jardín. Fue un encuentro maravilloso salpicado de muchos recuerdos y demasiados descubrimientos, tantos que nos daba la impresión de que no volvíamos a la misma ciudad, que aquella Lisboa de nuestros sueños había desaparecido. Pero no. Allí estaba, simplemente se había sacudido un poco el polvo para revelar todos sus tesoros y liberar la creatividad de sus ciudadanos adormecidos. Nuevamente nos olía a Alfama, a sardinas y…

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