Todo empezó con un chico corriendo por Madrid para llegar a tiempo a una cita. En uno de esos días de invierno en que la ciudad se siente quieta y gélida y cualquier sofá se convierte en un paraíso tropical del que es difícil desprenderse. El chico, con el estómago vacío, corría por Malasaña, un barrio nuevo en una ciudad nueva que pasaría efímeramente por su vida. Y así como el frío que tenía pegado a los huesos no le permitía dejar de moverse bajo ninguna circunstancia, también el hambre le empezaba a desesperar. Y así en el momento preciso y en el lugar preciso se encontró en la calle Espiritu Santo, en una de las esquinas más deliciosas de Madrid. Esponjosos muffins en Happy Day Bakery Esta calle no evoca lugares o vistas o encuentros, evoca olores, sabores y colores. Y así el chico entró, siguiendo a su nariz,…

Leer más

1/1