[space_20]Hay guacamoles de todo tipo. Algunos picantes, otros sosos, muchos con demasiada cebolla o cilantro; y hay otros que nunca llegas a entender, sea por su exceso de tómate o por qué a alguien se le pasó la mano con el limón (o lima, depende del hemisferio en que te encuentres esta fruta cambia de nombre). Y después está el guacamole perfecto, aquel preparado para potenciar el sabor del aguacate y hacer de la cebolla solo una pieza más que aporta sabor y textura, pero que jamás le quita protagonismo al ingrediente principal. Tiene las notas de acidez en el punto exacto para que el guacamole se deslice por tu boca suavemente sin sensaciones contradictorias.[space_20] [space_20]Hay nachos de todo tipo. Aquellos que no saben a nada, aquellos que saben a químicos industriales, y otros que saben a maíz. Maíz del bueno, del grande y jugoso que te puedes comer solo…

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